Mick Jagger con los
Rolling Stones en concierto
en Tel Aviv, 4 de junio de 2014.
El
artículo sigue la pista judía dentro del único grupo superviviente de la era
dorada del rock (junto con Pink Floyd) y comienza con un dato desconocido para
mí: la mayor parte de los miembros de los Rolling Stones se formaron en el
grupo del judío Alexis Korner: el desaparecido Brian Jones, el batería Charlie
Watts, el primer teclista Ian Stewart y hasta Jagger y Richards tocaron en o
con Blues Incorporated, de manera que no es exagerado afirmar que se formaron
con ese guitarrista judío y que los Rolling Stones llevan ese sello desde el
principio.
Después
tomaron clases con el también judío Brian Epstein, propietario del local donde
comenzaron a tocar la mayor parte de bandas de la época y, a la sazón, mánager
de los Beatles, que les colocó en las manos del también mánager judío Andrew
Loog Oldham, quien no sólo modeló su imagen sino su estilo musical. Quien creó
a los Rolling Stones como hoy los conocemos; el concepto. La versión mala,
provocativa y sexual, de los Beatles. Su contraparte. Oldham contrató al
fotógrafo judío Gered Mankowitz para sus sesiones fotográficas y como encargado
de las portadas de sus discos, siendo el fotógrafo oficial de su primera gira
norteamericana, de 1965.
Oldham
fue quien impulsó a los Rolling Stones a abrirse a otros estilos musicales
además del blues y, por ejemplo, les convenció para grabar una versión del
éxito del compositor judío Kai Winding “Time is on my side” que fue el primer
gran éxito norteamericano de los Stones. Oldham también les convenció
para que compusieran sus propias canciones y uno de sus primeros hits fue
cedido a una oscura cantante inglesa llamada Marianne Faithful, que resulta ser
tataranieta del fundador del masoquismo, el noble alemán Leopold Von Sacher
Masoch, además de nieta de judía. (La vida del juguete roto Marianne Faithful
hizo perfecto honor a su antepasado).
Oldham
traspasó su trabajo como mánager de los Stones al también judío Allen Klein,
que acabó quedándose, también, con la gestión de los negocios de Los Beatles
(sustituyendo al judío Brian Epstein) y para algunos fue la real causa de su
separación.
En
1967, Los Stones publicaron una de sus canciones más enigmáticas (Paint it
Black: “Píntalo de negro”), imbuidos de la moda de introducir el sitar,
iniciada por los Beatles y los Byrds. Aunque por el uso de este instrumento se
podría reclamar una influencia hindú, lo cierto es que la escala utilizada es
claramente una influencia del folklore judío, algo que fue reconocido por el
propio Keith Richards, que incluso llegó a afirmar que “podría ser una
influencia de mi abuelo judío” (luego se desdijo de esas declaraciones).
Lo
cierto es que es interesante porque esa canción tiene algunas resonancias
“oscuras” por decirlo de manera suave.
Más
claras son las referencias judías en la canción abiertamente luciferina
“Simpathy for the devil” (Simpatía por el diablo) en la que Jagger canta a los
campos de concentración. El título del álbum donde viene incluida “Exile on
main street” parece ser una referencia al exilio y la diáspora judía, que se
emparenta con el siguiente titulado “Puentes hacia Babilonia” (Bridges to
Babylon).
Pero
la canción más claramente judía de este grupo es, según el artículo de Haaretz,
Shattered (incluida en el álbum Some Girls) y que parece ser un retrato de la
escena judía neoyorquina de esos años de crisis. La referencia judía es clara
porque Jagger canta varias frases en yiddish (dialecto judío): “Shmatta
shmatta shmatta, I can’t give it away on Seventh Avenue.”